Iñigo León ha hecho la etapa entre Sevilla y Oporto a bordo del Atyla y continuará hasta Vigo, próxima parada de la Iacobus Maris. Charlamos con él para que nos cuente cómo ha sido esta primera experiencia a bordo.
¿Cómo ha sido la etapa?
La verdad es que hemos tenido algo de viento, hemos tenido ‘rock and roll’, ha habido olas… Es un placer navegar en esta etapa, que ésta ha sido más Atlántico, más abierto. Hemos tenido la suerte de tener viento y poder aprovechar para abrir velas y ver la diferencia entre lo que es la navegación a motor y la navegación a vela y eso es una gozada. En esta última parte hemos tenido niebla desde las dos de la madrugada, no hemos podido ver casi nada y estábamos todo el rato con la alarma de niebla para ver si venía algún barco o cualquier cosa.
¿Y la vida a bordo?
Sobre todo destacaría que hemos tenido muy buena relación con toda la tripulación, participando en todo. Ha sido divertido, participativo y entrañable, porque al final esta gente es como una familia. Nos han acogido muy, muy bien.
Recién llegados a Oporto, ¿cómo ha sido la primera impresión de la ciudad lusa?
El puerto está muy bien, tiene unos pantalanes para que la gente pueda venir y acercarse y eso es de agradecer, para que la gente pueda tener facilidades para disfrutar del barco.
¿Cuál es tu plan para estos días?
Retomar agua, víveres, coger un poco de luz y, por supuesto, enseñar el barco y que la gente conozca el proyecto de la Fundación Atyla. Yo ya conocía el proyecto y conocía bastante tanto a la tripulación como el propio barco y la dinámica que tiene.
Sigues hasta Vigo, ¿qué esperas de esta última etapa?
Ahora, a seguir disfrutando de la navegación en el Atlántico. Espero que no nos pinche el viento y sigamos hinchando las velas. Y sobre todo que tengamos una gran acogida en Vigo, que además sabemos que tienen ganas de que lleguemos allí.
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